La restauración como objetivo 2030

Junio es un mes muy importante para el agua por varios días internacionales. El primer día internacional destacado de junio es el 5 de junio, fecha señalada por la ONU en 1974 como el Día Internacional del Medio Ambiente. Por otro lado, el Día de los Océanos es el 8 de junio y el día 17 de junio es el Día Mundial contra la Desertificación y la Sequía, ambos también propuestos por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2008 y 1994, respectivamente. 

Sin embargo, en esta entrada quiero centrarme en el Día del Medio Ambiente de 2021 organizado por Pakistán y cuyo lema era “REIMAGINA. RECUPERA. RESTAURA“. Con este día, daba comienzo el Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas pero, ¿por qué restaurar el medio ambiente? ¡Existen muchísimas razones!

• Por amor al patrimonio natural. Como topofílicos y amantes del patrimonio, queremos protegerlo puesto que es parte de nuestra identidad.
• Por legar a las generaciones futuras un entorno natural como el nuestro o mejor. Porque no hay que perder de vista que si tenemos los recursos y el entorno natural actual es por las decisiones (acertadas o no) de nuestros antepasados. 
• Porque somos unos meros viajeros. Porque vamos en una nave llamada Tierra surcando el espacio y, por ahora, no tenemos alternativa. La Tierra es única y no nos pertenece.

Por estas razones y muchísimas más, Europa se ha marcado un objetivo de restauración del 15% para 2030. Con esta entrada quiero centrarme en explicar un ejemplo de restauración y una idea para la restauración de los ecosistemas fluviales. Estos dos ejemplos pueden inspirar y ayudarnos a formar la #GeneraciónRestauracion que nuestro hogar necesita.

El lago Meirama

En 1980 se abría la central térmica de Meirama en la localidad de Cerceda (A Coruña) y con ella la mina a cielo abierto del mismo nombre. La mina se cerró en 2008 pero la central continuó en marcha gracias a la importación de carbón. Esta central térmica llegó a emitir el 8% de los gases de efecto invernadero de toda Galicia entre 2010 y 2019 y en junio de 2020, tras 40 años de funcionamiento, la central térmica se cerró.

En 2008, la mina a cielo abierto dejaba un enorme agujero de 300 metros de profundidad, 2,2 kms de longitud y 1 km de ancho. Por ello, la empresa Naturgy, como empresa gestora de la central, estaba obligada a restaurar este daño ambiental. Como resultado, se ha creado el lago Meirama de 150 hectómetros cúbicos como un nuevo patrimonio hidráulico natural. El lago cuenta con una pequeña playa y buenos accesos por los que los vecinos pueden llegar al lago caminando o en bicicleta. El lago se constituye como un nuevo enclave para albergar biodiversidad pero también como un patrimonio de cuyas aguas puede abastecerse la ciudad de A Coruña y parte de la comarca, sin un tratamiento de potabilización intensivo.

La renaturalización del río Manzanares

Uno de los empeños ecológicos de los últimos 20 años siempre ha sido la reintroducción de especies animales emblemáticas o depredadoras en “sus entornos naturales” (o en los restos de los que podía ser su entorno natural) para que actuaran sobre el mismo y ayudaran a su equilibrio desde arriba hacia abajo de la cadena trófica. Sin embargo, esta técnica de reintroducción de especies para restaurar los ecosistemas no ha logrado aumentar la biodiversidad ni la resiliencia al cambio climático de nuestros entornos naturales. 

Desde hace pocos años, estamos manejando otro término que no es la reintroducción, sino la renaturalización o reasalvajamiento (del inglés “rewilding”). En este caso, la visión pasa de focalizarse en una especie en concreto, a centrarse en el ecosistema en sí. La técnica es realizar una actuación que retorne el espacio a un estado similar a como estaba antes de que el hombre alterara el espacio. De esta forma, se pretende que el ecosistema se restaure y gane biodiversidad por sí mismo, con fauna y vegetación que invada este nuevo espacio desde espacios cercanos. (Perino, 2019) Un ejemplo de renaturalización en nuestros ríos es el del río Manzanares a su paso por Madrid.

El río Manzanares está perfectamente encajado lateralmente de forma que es un foso que puede observarse desde puentes y aceras laterales. Las compuertas de las presas se abrieron en 2016 por lo que el agua empezó sus fenómenos de erosión y sedimentación. Las actuaciones han sido diferentes según los tramos del río pero el resultado final es un fondo libre, sin sellar, en el que existen islas y zonas laterales estables y con vegetación e incluso pequeños bosques de ribera. En la actualidad, Madrid cuenta con un nuevo patrimonio hidráulico natural por el que circula agua y que está completamente lleno de vegetación y fauna autóctona, que no sólo ha sido reintroducida, sino que también ha ocupado su lugar natural o que ha migrado al río Manzanares.

Además de este valor ecológico, se ha creado un nuevo servicio natural del que puede disfrutar la población mediante sendas para ciclistas y peatones. En este sentido, el foso en el que está el río es una gran ventaja, porque la población se asoma a ver el río sin perturbar o interferir en la vida fluvial. De esta forma, se ha creado interés por el río, que llama la atención de la ciudadanía por su valor natural.

Os animo a escuchar este podcast donde participa como invitado Santiago Martín Barajas, responsable de esta renaturalización: link.

Fdo. Rosario

Referencia:

• Perino et al, 2019 Rewilding complex ecosystems. Science Vol 364, Issue 6438, 26 April 2019.