Dos patrimonios vivos: el Rec Comtal y el Canal de la Infanta (1/2)

El agua ha sido un elemento vertebrador y articulador del paisaje mediterráneo y algunas infraestructuras hidráulicas, como las acequias, han formado parte de nuestro paisaje cotidiano, nuestra cultura y sociedad. Dos grandes ejemplos de ello son el Rec Comtal, en el delta del Besòs, y el Canal de la Infanta, en el delta del Llobregat, en el área metropolitana de Barcelona.

Ambos casos fueron motores de un desarrollo histórico, económico y demográfico, que supuso un gran cambio y crecimiento de los núcleos urbanos que atravesaban. El Rec y el Canal aportaron cambios físicos pero también cambios intangibles, como socioambientales, de organización social o lúdicos. Algunos aspectos de estos cambios los indagamos en las dos siguientes entradas.

Cambios físicos y tangibles: el desarrollo histórico, económico y demográfico

Rec Comtal

El Rec Comtal circulaba aproximadamente por la misma traza que el antiguo acueducto romano de Barcelona, desde Montcada i Reixac a Barcelona. Sus orígenes son inciertos, se barajan dos grandes hipótesis: una lo sitúa en el s.IX como obra andalusí y otra en el s.XI como construcción impulsada por el conde Mir.

El objetivo principal de su construcción o restauración, según las hipótesis mencionadas, fue en el siglo XI el uso de la fuerza motriz para mover molinos. Y como objetivo secundario, el regadío. Ahora bien, adaptándose a las diferentes necesidades de las distintas épocas, también tuvo un papel fundamental para el uso industrial, el suministro de agua de fuentes, como la de Ponteferrissa, y el abastecimiento de agua potable para los hogares barceloneses.

La energía hidráulica que proporcionaba movió muchos molinos de harina pero también algunos de sal o de pólvora. A finales del siglo XIII había 21 molinos de harina a lo largo del recorrido de la acequia, acompañados de una vía de mantenimiento.

El Rec propició una importante mejora en el sector agrícola aunque fuese un objetivo secundario. Se regaba con el agua sobrante de los molinos y fue por ello que alrededor de molinos como el de Sant Andreu del Palomar y Sant Martí de Provençals surgieron huertos que dividían a los municipios en dos zonas: regadío (cáñamo, maíz, legumbres y algunos frutales) entorno a los molinos y secano (viñas, algarrobos y olivos) en la parte de la montaña.  

Llegado el siglo XVIII se especializan e intensifican los cultivos gracias a la mejora de técnicas agrarias y a la construcción de la Mina de Montcada. Especialmente, se produjo una expansión agrícola entorno a Portal Nou con un sistema de acequias secundarias del Rec Comtal, conocidas como “hort i vinyet”.

También en el siglo XVIII entraron en funcionamiento las primeras fábricas indianas de tejidos de algodón estampado, cuyo tratamiento requería de abundante agua. Ahora bien, un siglo después fueron sustituidas por otras fábricas que ya movían sus telares mediante energía de vapor sin necesidad del agua del Rec.

La decadencia del Rec coincidió en los años 50-60 del siglo XIX con un desordenado crecimiento demográfico, urbanístico e industrial de Barcelona que conllevó la contaminación de las aguas del Besòs y el vertido de residuos en el Rec. Estos hechos propiciaron la desaparición y soterramiento de muchos de sus tramos. 

Figura 1: Trazados del Rec Comtal (derecha) y el Canal de la Infanta (izquierda).

El Canal de la Infanta

El declive del Rec Comtal sucedió en paralelo al nacimiento y esplendor del Canal de la Infanta. Su construcción en 1817 tenía como objetivos básicos el suministro de agua para favorecer el cambio de los cultivos de secano a regadío y aumentar su producción y sus variedades. Como objetivo secundario, los saltos de agua generaron fuerza hidráulica y eléctrica, hecho que posibilitó el funcionamiento de muchas fábricas entorno al Canal. 

Durante el S.XVIII, la agricultura en el tramo final del río Llobregat era de secano (cereales, legumbres, vid, cáñamo y lino). En un primer momento, el Canal no provocó un gran cambio de cultivos pero sí que multiplicó la producción. Poco a poco esta zona se fue transformando en las huertas que hoy conocemos.

La productiva repercusión del Canal de la Infanta supuso la construcción del “Canal de la Dreta” el 1855, también en el Llobregat. Gracias a ambas infraestructuras, el Delta del Llobregat fue considerado la “Huerta de Europa” en el siglo XX.

Estos cambios generaron mucho trabajo y migración de población que se desplazó a trabajar en los campos o las industrias. Dicha migración se vio acelerada por las facilidades de comunicación con Barcelona gracias a la construcción el 1854 de la vía de ferrocarril de Molins de Rei y Martorell. Dicha vía seguía paralela al Canal en muchos de sus tramos y fue el detonante de un crecimiento masivo y caótico.

A partir de la segunda mitad del siglo XIX, las aguas del Canal accionaron motores hidráulicos que daban energía a zonas industriales de actividades muy diversas: aserraderos de mármol, yeso, madera y textiles, entre otras. 

Entrado el siglo XX, el vertido incontrolado de aguas residuales, con el consiguiente empeoramiento del agua de riego y múltiples episodios de pestilencias, motivó que la Corporación Metropolitana de Barcelona expropiase forzosamente los bienes y los derechos que afectaban al Canal de la Infanta con el fin de taparlo en 1978.

Estado actual del Rec Comtal y del Canal de la Infanta

Actualmente, de estas dos infraestructuras quedan pocos vestigios. Encontramos algunos paseos, ramblas, etc. que siguen su recorrido aprovechando la suave pendiente que tenían estos canales y quedando el recuerdo de su paso en el nombre de algunas de las calles de los municipios por los que discurrían. Por ejemplo, en el caso del Rec, la calle Rec Comtal, la calle de la Sèquia, la calle de Regomir (Rec+Mir) en su paso por Barcelona; o en el caso del Canal, passeig del Canal o el Parc del Canal de la Infanta, en su paso por Cornellà de Llobregat.

El Rec pervive en el barrio de Sant Joan de Montcada, donde se ha ampliado e intervenido el entorno del Rec transformándolo en un paseo, y en la zona de la Ponderosa, donde aún riega los campos que quedan. Los distintos vestigios se han considerado bien de interés local. Además, tras el descubrimiento en los últimos años de varios restos arqueológicos se ha propuesto un protocolo de actuación, que contempla tanto una diagnosis del estado actual como la identificación de los criterios de intervención en su recorrido. Por ejemplo, se propone realizar un centro de interpretación y parque arqueológico en el barrio de Sant Andreu y destapar el Rec a su paso por las calles de Cinca, Pont y Segre.

Por lo que respecta al Canal de la Infanta, su parte activa actual es aproximadamente de 2.4km, el 14% de su longitud original. Algunos de sus restos supervivientes, como La Casa de les Comportes en Molins de Rei, se han considerado bien de interés local (BCIL) pero, debido a su fragmentación, la Dirección General de Patrimonio de la Generalitat de Catalunya no ha considerado todo el Canal bien de interés nacional (BCIN).  Desde el mundo académico, ha habido propuestas de recuperación a través de un proyecto paisajístico.

 

Esta primera entrada se ha centrado en los cambios físicos, pero la visión descrita en esta entrada queda incompleta sin el análisis de los cambios sociales (e intangibles) que serán analizados en la próxima entrada del blog el mes próximo.

Fdo.: Teresa

Bibliografía

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