Nuestro patrimonio se ha visto siempre como una disciplina o temática cualitativa y subjetiva, o como una narración en sí misma que transmite la historia y conocimientos de nuestra sociedad. El patrimonio es difícil medirlo o valorarlo cuantitativamente o económicamente. ¿Cuánto vale un lago? ¿Vale igual para un topofílico que para una persona que no ama ese patrimonio? Esto choca con temáticas como el Cambio Climático, que es, en contraposición, una disciplina altamente cuantificada y medible. Medimos desde hace años sus precursores, por ejemplo la concentración de CO2 en la atmósfera o la emisión de Gases de Efecto Invernadero por diferentes industrias; o sus efectos y consecuencias, como la velocidad de derretimiento de los glaciares o el descenso de precipitaciones en la provincia de Castellón. Podría parecer que existe una gran desconexión entre ambas temáticas pero, tal y como vamos a ver en esta entrada, no es así.
El Cambio Climático ya está afectando la agricultura y la economía de nuestro alrededor. Un claro ejemplo lo estamos viviendo en nuestros campos de clementina de la Plana, donde las altas temperaturas de la noche están disminuyendo año tras año la producción y las altas temperaturas favorecen la entrada de nuevas plagas (Martínez Ron, 2019). De igual forma, el patrimonio hidráulico también está siendo amenazado por el Cambio Climático. Para la gran mayoría de nosotros resulta evidente que el Cambio Climático afecta en gran medida al patrimonio hidráulico natural como consecuencia del aumento de las temperaturas (mayor estrés hídrico), la alteración del régimen de precipitaciones o los episodios climáticos extremos. La Crisis Climática supondrá en los próximos años una disminución media del 20% de los recursos hídricos en España, obligando a la búsqueda de nuevas tecnologías que aseguren el abastecimiento de agua (CEDEX, 2011 y MAAM, 2012).
Además el patrimonio material o histórico también se ve afectado por el Cambio Climático. Un ejemplo es la presa del molino de la Sebe (Villanueva de Valdegobía, Álava): es la única presa de madera de Euskadi, construida en 1781 y Declarada “Bien de Interés Cultural” en 2011. (Más información en estos enlaces: más información, noticia y vídeo.) Esta construcción histórica está viéndose muy afectada por el aumento del caudal de este invierno, como consecuencia del cambio en el régimen de precipitaciones de la cuenca. Este mayor caudal, respecto al que pasaba en 1781 en su construcción, está ejerciendo una gran fuerza sobre la presa de madera, que se encuentra en estos momentos en peligro de derrumbarse. Lo mismo sucede con diques o embarcaderos de la costa que como consecuencia de los azotes de los temporales marítimos podrían desaparecer en esta década. Como consecuencia, al amenazar el patrimonio hidráulico natural e histórico, se amenaza también el patrimonio inmaterial y social que la sociedad tiene en relación con este patrimonio.
Interesante reflexión.
Tomemos otro tiempo pero para salvar el planeta de verdad.