Durante esos periodos, Pedro formó una sociedad con otro molinero de Santa Cruz de Moya y parece levantaron el Molino de Montereta, del que se desconoce la fecha de construcción. Este nuevo artilugio también era movido con aguas de la Rambla de los Amanaderos, captada unos metros más arriba con un azud que le garantizaban el uso continuo de sus muelas, a diferencia de los urbanos, que dependían de los turnos de riego. Muy próximo a este, pero aguas arriba, se construyó en los años 20 una central hidroeléctrica, que abastecería al pueblo de Riodeva desde 1922. Otra de estas centrales se alzó junto al Molino de Abajo, en el pueblo, para aprovechar el paso de las aguas por la acequia durante las noches y generar luz para el vecindario.
A partir del año 1955, Pedro se ocupará totalmente de los tres molinos de Riodeva a cambio de un mayor rento para los otros propietarios, situación que cambiará a finales de la década, al vender sus acciones la Iglesia en pública subasta entre 1957 y 1958, a Pedro Fuertes con el apoyo de varios vecinos, convirtiéndose éste en el principal accionista. Pedro logró hacerse con la total propiedad de los mismos en 1966 tras nuevas compras y permutas.
Durante los años 1952 y 1953, Pedro contrató como molinero a Agustín Zurriaga por su gran experiencia en el oficio, ejercido ya en Camarena de la Sierra, Puebla de Valverde y Cabra de Mora. Tiempo después, y como ocurriera anteriormente, Agustín formalizaría relaciones con Carmen, la hija pequeña de sus patrones, con quien casó en 1962. Pero la naciente revolución industrial en España y la consiguiente emigración de los pueblos a las ciudades, motivó un acusado descenso en el censo, en la producción de cereal, y en los trabajos del molino, que aunque todavía quedó en marcha hasta la jubilación de Pedro Fuertes en 1975, vio marchar en 1964 a su sucesor en busca de un mejor futuro para su familia en tierras valencianas, donde se instalarían definitivamente.
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