Los Molinos de Riodeva por José Ángel Planillo

En la primera entrada de 2022 queremos mostraros un resumen del trabajo “Los molinos de Riodeva: Sus orígenes y sus molineros” que ha publicado la revista Presencia Aragonesa nº 70, editada por el Centro Aragonés de Valencia, y pretende mostrar el origen de los molinos harineros de la villa de Riodeva, en la provincia y comarca de Teruel.

Aquí podéis encontrar el enlace de descarga al texto completo.

La existencia de un molino en este municipio se documenta desde el año 1260, cuando el Comendador Templario de Villel Fray Dalmaç de Seron, otorga Carta Puebla a los veinte pobladores de Riodeva, reservándose la Orden la Torre, Casa y la Iglesia, así como los monopolios del Horno y Molino, incluyéndose en este sus aguas, azudes y acequias.

Este molino, denominado como Molino Bajo o de San Juan, -tal vez por ser propiedad años después de la Orden Militar del Hospital de San Juan de Jerusalén -heredera de la encomienda templaria- era movido con las aguas captadas en el azud existente en la confluencia de la Rambla de los Amanaderos y el río Deva, siendo canalizadas hasta la villa a través de las acequias de la Solana y de la Umbría atravesando numerosos desniveles; El primer desnivel es salvado gracias a la Canal Cruzada, viaducto que ya aparece a principios del siglo XVIII y que debido a su importancia, el mantenimiento del mismo y de los canales que captaban y trasladaban el agua hasta el molino eran competencia y responsabilidad de la Orden de Jerusalén.

Imagen 1: Canal Cruzada. Fuente: José Ángel Planillo.

Para evitar disputas por el aprovechamiento agrícola e industrial se establecieron turnos, quedando para el molino harinero las aguas de la acequia de la Solana los lunes y viernes de cada semana por entero, y todas las noches del año, unidas a las de la acequia de la Umbria, con fuertes penas para los vecinos que osaran quitársela. En caso de sequía, se buscaban acuerdos y compensaciones en especie o económicas a cambio de que el molino cediese sus aguas para riegos.

Entre 1799 y 1801, los Comendadores de la Orden de San Juan de Jerusalén construyeron un nuevo molino (denominado de Abajo), ubicado aguas abajo del primero aprovechando un fuerte desnivel, que se utilizará principalmente para moler piensos para los animales domésticos. Por contra, el antiguo molino (que se denominará de Arriba) molturará los granos más finos y para uso doméstico con cuyas harinas se elaboraban el pan y otras viandas. Por el uso de los mismos, los vecinos daban la maquila correspondiente al molinero como pago a los servicios prestados.

Imagen 2: Molino de Arriba. Fuente: José Ángel Planillo.
Imagen 3: Molino de Abajo. Fuente: José Ángel Planillo.

Durante el siglo XIX la propiedad de los artefactos pasó de mano en mano debido a los distintos momentos políticos. Tras un breve tiempo en que fueron gestionados por el Ayuntamiento, éste llegó a realizar un contrato de arriendo fechado en 1852, donde fijaba las condiciones al futuro molinero. Finalmente fueron vendidos tras la Desamortización General de Madoz de 1856. La tradición oral afirma que así es como fueron a parar a manos de José Hernández García, natural de Libros, con quien el consistorio negocia el 10 de julio de 1860 la cesión del agua los días que pertenecían al molino para poder regar las tierras.

Unos años después, en 1880 aparecen en los Libros de Amillaramiento municipales pagando rentas por el molino Manuel Argiles Marqués y Melchor Marqués Barrachina, sin aclararse sin eran propietarios o trabajaban como molineros. Sí está demostrado que el molinero de Riodeva volvía a ser José Hernández, que aparece censado entre 1896 y 1906 en el molino de la Plaza de la Iglesia, tras establecerse en él junto a sus hijos por casarse en segundas nupcias con una vecina de Riodeva.

La propiedad del molino pasaría por entonces a ser de una sociedad creada entre la Iglesia y el citado molinero, cuya parte legará posteriormente a sus hijos repartidas equitativamente en 24 acciones. Sin embargo, ninguno de ellos llegó a ejercer el oficio, aunque no quedaría fuera del círculo familiar gracias al acuerdo matrimonial entre Vicente (hijo de José Hernandez), y Lorenza Soriano Marqués (nieta de Melchor Marqués Barrachina, arrendatario del molino en 1880).

Esta atípica sucesión se repetiría una generación después, pues una de las hijas de Vicente y Lorenza (Cristina) casaría en 1933 con Pedro Fuertes Gonzalvo, que tres años antes entró a trabajar como molinero a sueldo de Joaquín Hernández. A raíz de este enlace, Pedro Fuertes y Cristina Hernández irán arrendando todas las partes de los molinos hasta que pasaron a ser de su propiedad, no sin ciertas desavenencias con algunos de los antaño socios, que colocaron a un molinero propio para el tiempo que proporcionalemente les tocaba moler.

Imagen 4: Molino de la Plaza de la Iglesia. Fuente: José Ángel Planillo.

Durante esos periodos, Pedro formó una sociedad con otro molinero de Santa Cruz de Moya y parece levantaron el Molino de Montereta, del que se desconoce la fecha de construcción. Este nuevo artilugio también era movido con aguas de la Rambla de los Amanaderos, captada unos metros más arriba con un azud que le garantizaban el uso continuo de sus muelas, a diferencia de los urbanos, que dependían de los turnos de riego. Muy próximo a este, pero aguas arriba, se construyó en los años 20 una central hidroeléctrica, que abastecería al pueblo de Riodeva desde 1922. Otra de estas centrales se alzó junto al Molino de Abajo, en el pueblo, para aprovechar el paso de las aguas por la acequia durante las noches y generar luz para el vecindario.

A partir del año 1955, Pedro se ocupará totalmente de los tres molinos de Riodeva a cambio de un mayor rento para los otros propietarios, situación que cambiará a finales de la década, al vender sus acciones la Iglesia en pública subasta entre 1957 y 1958, a Pedro Fuertes con el apoyo de varios vecinos, convirtiéndose éste en el principal accionista. Pedro logró hacerse con la total propiedad de los mismos en 1966 tras nuevas compras y permutas.

Durante los años 1952 y 1953, Pedro contrató como molinero a Agustín Zurriaga por su gran experiencia en el oficio, ejercido ya en Camarena de la Sierra, Puebla de Valverde y Cabra de Mora. Tiempo después, y como ocurriera anteriormente, Agustín formalizaría relaciones con Carmen, la hija pequeña de sus patrones, con quien casó en 1962. Pero la naciente revolución industrial en España y la consiguiente emigración de los pueblos a las ciudades, motivó un acusado descenso en el censo, en la producción de cereal, y en los trabajos del molino, que aunque todavía quedó en marcha hasta la jubilación de Pedro Fuertes en 1975, vio marchar en 1964 a su sucesor en busca de un mejor futuro para su familia en tierras valencianas, donde se instalarían definitivamente.

Imagen 5: Exterior del molino Montereta antes de la reforma. Fuente: José Ángel Planillo.
Imagen 6: Exterior del molino Montereta después de la reforma. Fuente: José Ángel Planillo.

La falta de atención y uso de los molinos, unido a la ausencia de cuidados y las particiones de la propiedad entre las herederas, llevó a su progresivo deterioro, transfigurándose o adaptándose a las nuevas necesidades de sus moradores. Así, el Molino de Montereta fue cedido finalmente al Ayuntamiento para destinarlo a Centro de Interpretación del Río Eva y Los Amanaderos; el Molino de Abajo se utiliza como garaje conservando sólo el cárcavo de su viejo uso; y el de Arriba, el más antiguo de todos, aunque partido en dos interiormente, todavía guarda el aspecto de su primigenia función y parte de su maquinaria, aunque muy deteriorada.

Fdo: José Ángel Planillo

Imagen 7: Interior del molino Montereta antes de la reforma. Fuente: José Ángel Planillo.
Imagen 8: Interior del molino Montereta después de la reforma. Fuente: José Ángel Planillo.
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