El agua ha sido un elemento vertebrador y articulador del paisaje mediterráneo y algunas infraestructuras hidráulicas, como las acequias, han formado parte de nuestro paisaje cotidiano, nuestra cultura y sociedad. Dos grandes ejemplos de ello son el Rec Comtal, en el delta del Besòs, y el Canal de la Infanta, en el delta del Llobregat, en el área metropolitana de Barcelona.
Ambos casos fueron motores de un desarrollo histórico, económico y demográfico, que supuso un gran cambio y crecimiento de los núcleos urbanos que atravesaban. El Rec y el Canal aportaron cambios físicos pero también cambios intangibles, como socioambientales, de organización social o lúdicos. Algunos aspectos de estos cambios los indagamos en las dos siguientes entradas.
Cambios físicos y tangibles: el desarrollo histórico, económico y demográfico
Rec Comtal
El Rec Comtal circulaba aproximadamente por la misma traza que el antiguo acueducto romano de Barcelona, desde Montcada i Reixac a Barcelona. Sus orígenes son inciertos, se barajan dos grandes hipótesis: una lo sitúa en el s.IX como obra andalusí y otra en el s.XI como construcción impulsada por el conde Mir.
El objetivo principal de su construcción o restauración, según las hipótesis mencionadas, fue en el siglo XI el uso de la fuerza motriz para mover molinos. Y como objetivo secundario, el regadío. Ahora bien, adaptándose a las diferentes necesidades de las distintas épocas, también tuvo un papel fundamental para el uso industrial, el suministro de agua de fuentes, como la de Ponteferrissa, y el abastecimiento de agua potable para los hogares barceloneses.
La energía hidráulica que proporcionaba movió muchos molinos de harina pero también algunos de sal o de pólvora. A finales del siglo XIII había 21 molinos de harina a lo largo del recorrido de la acequia, acompañados de una vía de mantenimiento.
El Rec propició una importante mejora en el sector agrícola aunque fuese un objetivo secundario. Se regaba con el agua sobrante de los molinos y fue por ello que alrededor de molinos como el de Sant Andreu del Palomar y Sant Martí de Provençals surgieron huertos que dividían a los municipios en dos zonas: regadío (cáñamo, maíz, legumbres y algunos frutales) entorno a los molinos y secano (viñas, algarrobos y olivos) en la parte de la montaña.
Llegado el siglo XVIII se especializan e intensifican los cultivos gracias a la mejora de técnicas agrarias y a la construcción de la Mina de Montcada. Especialmente, se produjo una expansión agrícola entorno a Portal Nou con un sistema de acequias secundarias del Rec Comtal, conocidas como “hort i vinyet”.
También en el siglo XVIII entraron en funcionamiento las primeras fábricas indianas de tejidos de algodón estampado, cuyo tratamiento requería de abundante agua. Ahora bien, un siglo después fueron sustituidas por otras fábricas que ya movían sus telares mediante energía de vapor sin necesidad del agua del Rec.
La decadencia del Rec coincidió en los años 50-60 del siglo XIX con un desordenado crecimiento demográfico, urbanístico e industrial de Barcelona que conllevó la contaminación de las aguas del Besòs y el vertido de residuos en el Rec. Estos hechos propiciaron la desaparición y soterramiento de muchos de sus tramos.
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